La educación híbrida llegó para quedarse, y con ella surge una pregunta clave: ¿qué solución tecnológica se adapta mejor a las aulas actuales, los monitores o los proyectores interactivos? Para responderla, conversamos con Facundo Murua, Gerente de Ingeniería de Proyecciones Digitales, quien compartió su experiencia en el diseño de espacios educativos tecnológicos y las consideraciones que realmente importan a la hora de tomar decisiones.

monitores interactivos o proyectores interactivos

¿Cómo influye la visibilidad desde todos los puntos del aula en la elección entre monitor y proyector interactivo?

La visibilidad depende mucho del diseño del espacio. Tanto los monitores como los proyectores interactivos están condicionados por la altura y la disposición del aula. Si la interactividad se realiza sobre la pantalla principal, la visibilidad es bastante similar. Sin embargo, en espacios como auditorios, aulas de posgrado o magistratura, se pueden combinar soluciones: por ejemplo, usar un monitor táctil embebido en un atril y acompañarlo con pantallas de mayor tamaño o proyección para que todos vean el contenido. Todo depende del layout, la altura y el tipo de aula.

¿Qué diferencias hay en la respuesta táctil y la fluidez de uso?

En general, los monitores —ya sean capacitivos o infrarrojos— tienen mejor respuesta táctil. En el caso de los proyectores, todo depende de la superficie sobre la que se proyecta y del método de captura. Hay que considerar puntos táctiles, posibles interferencias, y otros factores que afectan la experiencia de uso.

¿Cuál es la integración que ofrecen con dispositivos personales (BYOD)?

Los monitores interactivos suelen tener aplicaciones nativas más completas y opciones de presentación inalámbrica más versátiles. En cambio, los proyectores dependen de soluciones propietarias que no siempre permiten todas las combinaciones. La experiencia para el usuario suele ser más fluida con monitores.

¿Cómo se comparte contenido con alumnos remotos?

Nuestra recomendación es usar herramientas nativas de video colaboración. Pero, en realidad, todo depende de la experiencia de usuario y la integración entre plataformas. Ese es justamente nuestro valor agregado como integradores: ayudar a navegar ese “depende”. También es clave la capacitación docente. No alcanza con diseñar una solución completa si luego no se usa. La integración del usuario final desde el principio del proceso es fundamental para que la tecnología sea adoptada. Por eso también son tan valiosas las charlas interdisciplinarias con quienes van a habitar ese espacio.

¿Qué diferencias hay en mantenimiento a largo plazo?

Los monitores requieren mucho menos mantenimiento que los proyectores, que necesitan ajustes y revisiones periódicas.

¿Y en cuanto a vida útil?

En general, los monitores tienen una vida útil más prolongada. Eso también influye al momento de evaluar inversiones a largo plazo.

¿Cómo impactan las condiciones de luz o altura del aula?

Los proyectores son más susceptibles a problemas de iluminación o altura del espacio. En cambio, los monitores suelen funcionar bien en la mayoría de las condiciones.

¿Cuál es la relación costo-beneficio?

Si se considera el mantenimiento y la vida útil, los monitores suelen ofrecer una mejor relación costo-beneficio.

¿Qué tan escalables son estas soluciones?

Ambas tecnologías son escalables, pero su implementación depende del tipo de aula y sus condiciones físicas. En general, ambas pueden instalarse con relativa facilidad.

¿Qué herramientas ofrecen para el trabajo colaborativo?

Los monitores interactivos suelen integrar mejor herramientas como pizarras digitales y sincronización con la nube. Además, plataformas como Zoom, Teams o Google Meet, que incluyen herramientas colaborativas, suelen funcionar de forma más amigable con monitores. Para experiencias que combinan videoconferencias con interactividad táctil, recomendamos los monitores, ya que una buena iluminación (necesaria para que las cámaras capten bien a docentes y alumnos) perjudica el desempeño de los proyectores.

Conclusión

No existe una única solución tecnológica que resuelva todas las necesidades de un aula híbrida. Tanto los monitores como los proyectores interactivos tienen fortalezas, pero su efectividad depende en gran medida de quiénes los van a usar, cómo los van a usar y en qué contexto.

Es fundamental comprender que la experiencia del usuario y la integración con las plataformas existentes son clave en la elección tecnológica. Esta decisión no se limita a comparar características técnicas; requiere entender las dinámicas pedagógicas, los hábitos de los docentes y las condiciones físicas del aula. Nuestro trabajo y verdadero valor agregado como integradores está en ayudar a navegar ese “depende”, en identificar las necesidades reales y no las supuestas, y en acompañar a cada institución con una mirada personalizada y estratégica.

Una solución tecnológica solo será exitosa si realmente se usa. Y para que eso ocurra, la capacitación del docente y su integración desde el primer momento del diseño son aspectos esenciales. No alcanza con diseñar una solución que “resuelva todo”, porque el “todo” no es el problema a resolver. Lo importante es resolver lo que sí se necesita, y hacerlo de forma simple, efectiva y sostenible en el tiempo.

Las charlas interdisciplinarias entre las áreas que comparten un espacio, el diálogo con los usuarios reales, y las lecciones aprendidas de experiencias anteriores son los pilares que deben guiar cualquier decisión tecnológica en la educación híbrida. Solo así se construyen soluciones realmente valiosas.

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